Los sermones variados de San Bernardo son páginas espontáneas que surgieron de su pluma en sintonía con la vida cotidiana. Más que meros sermones, son charlas familiares destinadas a iluminar y motivar al cristiano-monje en su seguimiento diario de Cristo. Muchos de ellos son breves apuntes, esquemas o guiones personales que luego desarrollaría en público. Algunos son más extensos y están bien redactados, mientras que los más largos exhiben un estilo vívido, una estructura ordenada y un flujo de ideas fluido, acompañados de numerosas citas bíblicas. Lo que todos tienen en común es una profunda experiencia cristiana y un incansable celo pastoral.
La Biblia ocupó un lugar central en la vida del monje. La leía, la memorizaba, la recitaba constantemente, la meditaba y se esforzaba por encarnar sus enseñanzas en su vida. Su regla suprema era la Palabra de Dios. Bernardo adopta y revitaliza esta experiencia. Según H. de Lubac, con Bernardo llega una nueva primavera en la exégesis; es un lenguaje nuevo que entona los misterios sagrados. Bernardo manejaba la Biblia con gran libertad; en lugar de simplemente seguirla, parecía liderarla y llevarla a donde deseaba, guiado por el Espíritu. No solo la explicaba, sino que la aplicaba; más que aclararla, arrojaba luz sobre todo con ella, especialmente sobre el corazón humano. Vivía en la Biblia como en su hogar, como alguien arraigado en su tierra natal. Era su entorno vital, el aire que respiraba y donde encontraba a Dios.
Hoy en día, volver la mirada a los escritos de Bernardo no implica restringirse al contexto cultural y religioso del hombre del siglo XII. Como cualquier obra impregnada del espíritu, las enseñanzas del Doctor Melifluo tienen un valor perdurable y una relevancia constante, una creatividad fiel, en palabras de G. Marcel, que los siglos nunca podrán oscurecer. Por lo tanto, acercarse a los escritos de Bernardo significa abrirse a un inagotable manantial de ideas, sugerencias y estímulos para nutrir la vida espiritual del creyente y entrar en contacto con un pensamiento vivaz y renovador: un espíritu arraigado en la dimensión espiritual y esencialmente religiosa del Pueblo de Dios, orientado a promover la renovación del ser interior del hombre.
