Yukio Mishima, cuyo nombre verdadero era Kimitake Hiraoka, es un autor y samurái icónico que dejó una huella indeleble en la literatura japonesa y mundial durante el siglo XX y la actualidad. Nacido en Tokio en 1925, como hijo de un funcionario gubernamental, Mishima publicó su primer volumen de cuentos a la temprana edad de diecinueve años. Tras graduarse en la Escuela Universitaria de Jurisprudencia de la Universidad de Tokio en 1947, brevemente trabajó en el Ministerio de Finanzas, pero pronto se dedicó exclusivamente a la literatura.
Entre sus obras tempranas destacan Ladrones (1948) y Confesiones de una máscara (1949), obra magistral que rápidamente se convirtió en un clásico. Desde esta novela hasta Caballos Desbocados (1968), su última novela, Mishima se presenta como un novelista que, como pocos, supo explorar lo trascendente, pese al conflicto espiritual de la época. Sus obras exploran la búsqueda de una belleza estremecedora y de una identidad, con aquel Japón que se estaba occidentalizando hasta el paroxismo y la disolución. De ahí, también su rebeldía contra esa sociedad que él consideraba sumida en la decadencia moral y espiritual.
Desde la publicación de su primer libro hasta su suicidio ritual en 1970, Mishima gozó de una popularidad extraordinaria pero también polémica, primero en Japón y luego en el mundo occidental. Su controvertida figura lo convirtió en un personaje de gran interés. De hecho, su compatriota y gran amigo Yasunari Kawabata, quien recibió el Premio Nobel en 1968, llegó a expresar su asombro, declarando: No comprendo cómo no se lo dieron a Mishima. La humanidad solo ofrece un genio literario tan milagroso cada dos o tres siglos.
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