Gran erudito, pensador, filólogo y mitólogo, cuyo nombre completo era Karl Gustav Kerenyi, nació el 19 de enero de 1897 en Nyiregyhaza, en ese entonces parte del Imperio Austrohúngaro (hoy en día Hungría). Creció en una familia de origen alemán y húngaro, con un entorno culturalmente enriquecido que influyó en su interés temprano por la filología clásica y la mitología.
Estudió en la Universidad de Budapest, donde se especializó en filología clásica y comenzó a desarrollar un profundo interés en la mitología griega y la relación entre la psicología y los mitos. Durante sus años de estudio, se relacionó con intelectuales y filósofos influyentes, como Georg Lukács. Después de completar sus estudios en Budapest, Kerenyi continuó sus investigaciones en Berlín y Viena, donde entró en contacto con importantes figuras académicas y culturales. En 1924, se trasladó a Alemania, donde trabajó en la Universidad de Heidelberg y más tarde en la Universidad de Bonn. Durante su estancia en Alemania, colaboró con filósofos y psicoanalistas prominentes, incluido Carl Jung, con quien estableció una relación académica fructífera y duradera.
Su vasta y enriquecedora obra trae consigo una resignificación del mito, en su aspecto de relación del hombre con lo sagrado y su significación cultural, como en relación con un punto de vista cognitivo, de naturaleza realmente operativa. El legado tradicional, ocultado y vilipendiado por ciertos racionalismos a partir de la modernidad, es recuperado en sus obras, como primera forma de un lenguaje simbólico natural para todos los pueblos. Kerenyi revela las esencias míticas, las cuales, a pesar de ser veladas y disfrazadas en diversos lenguajes, conservan su poder operativo y relevancia constante. La creación del concepto de mitologema, que engloba las similitudes entre varias mitologías, demuestra de manera concluyente que la esencia mítica nunca ha dejado de cumplir su función operativa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, debido a su origen judío y su posición académica, Kerenyi enfrentó la persecución nazi y la censura. Tras la guerra, se trasladó a Suiza, donde continuó su trabajo académico y estableció vínculos con la Fundación Eranos, un centro interdisciplinario de investigación y diálogo intercultural.
En los últimos años de su vida, Kerenyi se trasladó a Alemania y continuó escribiendo y enseñando hasta su fallecimiento el 14 de abril de 1973 en Zollikon, Suiza
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