Este texto presenta una interpretación crítica y compleja de Don Diego Portales, un personaje clave en la historia política de Chile, desafiando las versiones tradicionales que lo presentan como el líder indiscutido de la reacción conservadora. A través de este análisis, se pone en duda la atribución de un papel puramente conservador o reaccionario a Portales, sugiriendo que su postura era, en realidad, más ambigua y profundamente influenciada por su enfoque pragmático hacia los hombres, más que hacia las ideologías o las instituciones.
Portales, según el autor, no era un típico líder reaccionario, sino un hombre que, más allá de las ideologías, se centraba en las personas y en las dinámicas de poder concretas. Su aversión hacia los "pipiolos" los hombres de origen más humilde o cuestionable, que emergieron en medio de la inestabilidad política de la época no era una condena a la democracia o a la Constitución liberal, sino una reacción hacia los individuos que, a su juicio, no eran dignos de dirigir el país.
El texto también pone de relieve el contraste entre Portales y los demás líderes de la reacción de 1829, que buscaban un regreso al pasado, mientras que él representaba, de manera paradójica, una revolución que se desarrollaba dentro del mismo contexto de agitación y caos político. Este enfoque destaca la singularidad de Portales, quien, a pesar de no ser el representante legítimo de la reacción, fue el único con una visión coherente en medio del tumulto político de la época.
Este análisis ofrece una perspectiva renovada y crítica sobre Portales, alejándose de la figura tradicional del autoritarismo y la reacción, y destacando su capacidad para entender la política no solo como un juego de ideologías, sino como un enfrentamiento entre personas y fuerzas concretas.