«Hispanocatolicidad», es un conjunto de ensayos breves que camina sobre las aguas de ese continuo que es Chile (virreinal y republicano cada palabra termina como puede). Intenta, y a nuestro juicio logra, despejar a lo menos tres malentendidos respecto de lo que somos y lo que fue, en tanto hombres y sus hechos, lo que podemos llamar la patria histórica y en curso: 1º Hispanoamérica, no Latinoamérica, 2º el occiso Occidente y 3º el prurito (tan laico) de desvincular teología y política. Va precedido por notas introductorias de conocidos (no masivos aún, por desgracia) profesores, autores y/o activistas de la puesta en valor de la cultura hispánica, conformada por la nada despreciable suma de 500 millones de hispanohablantes. Así, Iván Vélez (España, 1972), Gabriel Calvo (España, 1981), José Luis Pozo (España,1961), Rubén Franco (España, 1985), Claudio Mareyegger (Argentina, 1963) y Sebastián Izquierdo (Chile, 1988) prologan los textos y la intención razonada por el autor del tomo, René Navarro Albiña (Chile, Copiapó, 1976). Éste, con profesión y oficio de abogado (de lo que come) en los últimos años, digamos 7 u 8, se fue involucrando en reestudiar lo que los estudios formales (de matriz masónico-agnóstica-republicana) nos suelen birlar: una comprensión verdadera de nuestra raíces. Y en sus ensayos responde, por ejemplo, a dos preguntas: ¿qué tan positivos fueron los procesos (de independencia) que dan origen a la veintena de países que constituyen la América de habla castellana, en la que sobreviven multitud de lenguas precolombinas gracias a la labor de curas que desde el XVI dan gramáticas a idiomas hasta entonces ágrafos, esto es, sin escritura? ¿Qué es eso de la leyenda negra y cómo no caer en la leyenda rosa? Por último, un dato-adelanto del que nos enteramos en este tomito, bastante desconocido para la mayor parte de los chilenos, que es: Chile no se afinca, genera, funda, nace históricamente (es decir, con constancia escrita) un 12 de febrero de 1541, con la fundación de Santiago de la Nueva Extremadura, sino en octubre del año anterior, cuando Pedro de Valdivia arriba al Valle de Copiapó. Disfrútelo y entérese.
