El texto plantea una reflexión profunda sobre la época actual, que Heidegger describe como un tiempo de "indigencia", marcado por la desaparición de los dioses y la espera de un dios que aún no ha llegado. En este contexto de crisis cultural y espiritual, tres escritores Ernst Jünger, Yukio Mishima y Ezra Pound, cada uno a su manera y desde su propia tradición, señalan el cierre de un ciclo y el agotamiento de la cultura racionalista y la civilización urbana.
A pesar de seguir caminos distintos, los tres autores comparten una oposición al igualitarismo y al colectivismo, y desarrollan lo que se podría entender como una apología de la barbarie. Esta "barbarie" no es vista como caos o destrucción sin sentido, sino como una fuerza vital que se enfrenta a las abstracciones y a los valores de la modernidad, relacionados con el racionalismo y la moral humanitaria.
El concepto de "barbarie" al que se refiere el texto se conecta con la idea de Nietzsche sobre los valores bárbaros: aquellos cargados de sentido y vitalidad, que rechazan las abstracciones y justificaciones humanitarias. Estos valores son capaces de encarnar una forma de acción incondicional, enérgica y directa, que no está subordinada a las normas morales dominantes ni a las expectativas sociales. En este sentido, Jünger, Mishima y Pound se aproximan a la barbarie no como un retroceso hacia lo primitivo, sino como una afirmación de vitalidad y de autenticidad frente a una cultura moderna que, según ellos, ha perdido su dirección y propósito.
Cada uno de estos autores representa una faceta de esta barbarie: Jünger como un defensor de la tradición, Mishima como un héroe estético, y Pound como un crítico radical de la usura y la decadencia del sistema financiero y cultural. Juntos, ofrecen una visión alternativa a la modernidad, que los conecta con la figura de lo bárbaro como algo necesario para la regeneración cultural y espiritual.
