Gustav Meyrink (1868-1932) fue empujado al mundo literario por circunstancias adversas que cambiaron radicalmente su vida. Siendo el joven propietario de un banco en Praga, se vio envuelto en escándalos, duelos y estudió el ocultismo. Sin embargo, fue víctima de una conspiración que lo acusó de desfalco, casi costándole su libertad y salud. Afortunadamente, se demostró su inocencia, aunque poco después tuvo que declararse en bancarrota. La literatura se convirtió entonces en su refugio y medio de vida.
En su obra, Meyrink plasmó no solo sus profundos conocimientos de ocultismo, alquimia, espiritismo y diversas corrientes esotéricas, sino también una aguda crítica y sátira social. El monje Laskaris y otros relatos extraños y esotéricos reúne una selección de sus cuentos extraídos de colecciones como Historias de alquimistas y Murciélagos, que reflejan los temas de sus grandes novelas como El golem, El Ángel de la Ventana de Occidente y El dominico blanco.
Estas pequeñas piezas maestras, entre las que se destacan El ópalo y El cardenal Napellus, reflejan las obsesiones peculiares de Meyrink, como la alquimia, la búsqueda de la piedra filosofal y la inmortalidad del hombre, fruto de su dedicado estudio de la literatura especializada y los textos de personajes históricos como Roger Bacon o John Dee.
Max Brod describió los relatos de Meyrink como el pináculo de la escritura moderna, destacando su magnífico colorido, su inventiva extraña y escalofriante, su agresividad, concisión de estilo y su abrumadora originalidad de ideas. Cada sentencia y frase parece impregnada de significado, sin nada gratuito.
