Boccaccio comenzó a componer hacia 1361 su tratado latino De mulieribus claris (Mujeres preclaras) que retocó hasta poco antes de su muerte. En este tratado culmina un aspecto de su pensamiento que aparece también en el resto de sus obras: el interés por la mujer. Desde sus primeros escritos hasta el final de su vida, el tema femenino es un hilo que aflora con regularidad. La principal innovación del tratado latino reside en que las mujeres son tratadas por la relevancia de sus hechos, lo que constituye una reivindicación de la autonomía femenina, un rasgo de modernidad muy característico de Boccaccio, autor profundamente innovador de géneros y estilos. En el prólogo de Mujeres preclara insiste Boccaccio en la enseñanza moral de la que es portador
a cada una de las figuras femeninas elegidas y denuncia el poco interés que los escritores han mostrado por las mujeres frente a los numerosos escritos sobre las vidas y hechos de ilustres varones. De este modo él se proclama el autor del primer tratado sobre mujeres célebres.