Incómodo y problemático, Bloy fue uno de los escritores católicos más controvertidos de su tiempo. Nació el 11 de julio de 1846 en Périgueux, Francia. Provenía de una familia modesta y enfrentó dificultades económicas durante su juventud. En su búsqueda espiritual, inicialmente se alejó de la fe, pero posteriormente experimentó una profunda conversión al catolicismo en 1868, un evento que marcaría toda su vida y su obra. A lo largo de su vida, Bloy se destacó por su estilo de vida austero y su compromiso con la justicia social y la denuncia de las injusticias. Vivió en la pobreza y dedicó su escritura a cuestionar la indiferencia y el materialismo de la sociedad de su época.
Caracterizado por Antoine Compagnon como el último de los escritores antimodernos. Se le puede considerar como una de las voces de un malestar que trajo consigo el fin de una época. Junto al simbolismo y al decadentismo, se compone un abigarrado panorama artístico cargado de pesadumbre y melancolía. Ese arte tan especial en su tiempo, se caracterizó por su crítica a la ideología progresista y a los cambios tecnológicos que consideraban negativos y contraproducentes para la cultura y el espíritu del hombre.En muchos casos, los escritores afiliados a estas corrientes son católicos y demuestran una comprensión profunda de una tradición que, como indican figuras como Joseph de Maistre o Baudelaire, refleja un orden sagrado que ha desaparecido, y ha entregado su lugar a la tiranía de la razón.
Con un estilo mordaz, elocuente y marcado de arcaísmos latinos, o tal como lo describe Borges: Desdichadamente para suerte y venturosamente para el arte de la retórica, Bloy se hizo un especialista de la injuria. En sus escritos, analiza y critica a la sociedad moderna, bien caracterizada por un desmoronamiento de los valores tradicionales, muy marcada por una desesperación y un sufrimiento humano. Se presenta en los hombres un odio tan profundo que llega a realizar una especie de identidad con su propio ser y curiosamente, también se caracteriza por una búsqueda (muchas veces inconsciente) de una posible redención, que solo es plausible, según Bloy, de llevar a cabo a través de la fe y una búsqueda constante y ferviente de la divinidad.
Su trascendencia e importancia son inimaginables. Con solo citar a Georges Bernanos, Ernst Jünger, Borges, Alfred Jarry, entre muchos otros, nos demuestra que dejó una huella indeleble a inicios del siglo pasado en una literatura reaccionaria y verdaderamente vanguardista y en un catolicismo contemporáneo y profundamente tradicionalista a la vez .
Los libros de lEÓN BLOY están orientados a un un público:
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