La diferencia es que el punto de partida de este libro no es la Biblia o algún monumento mítico, sino los libritos de nuestro tiempo, niños, a los que los adultos se refieren desde su sentido de la importancia. A través de las líneas del prodigio y el héroe, se pueden observar dos formas de vida diferentes: una caracterizada por la creencia en la existencia y la perfección interior del hombre, que parece resonar con las filosofías orientales; , la doctrina del pecado original desde una perspectiva cristiana e islámica. Claudio Naranjo informa maravillosamente sobre autores como C.S. Lewis, J. R. R. Tolkien, T. H. White y otros, con El Principito de S
aint-Exupéry o Marcel Deroon, Randall Jarrell o E.B. Blanco. A través de esta diferencia, el libro nos conduce a una danza compleja donde comprendemos cómo el héroe debe hacerse uno con el dragón y llegar a un acuerdo con él (en resumen, lo ha hecho) y cómo el niño divino debe decir, solo sé.