Emma Woodhouse no encaja en el arquetipo de heroína típica de Jane Austen. No se halla en una situación de dependencia, no enfrenta dificultades económicas y no está compelida a asegurar su futuro buscando esposo. Por el contrario, es una joven inteligente, hermosa y acomodada que no tiene aspiraciones matrimoniales y, de manera casi natural, ejerce su influencia en la pequeña comunidad de Highbury.
Emma (1816) se presenta como una comedia llena de malentendidos, ocultaciones, intrigas y errores, que a menudo provocan vergüenza ajena. No obstante, el sentido del ridículo desempeña un papel crucial al permitir que prevalezcan la sabiduría, la honestidad y la sensatez. Esta traducción realizada por Sergio Pitol se acompaña de las famosas ilustraciones de Hugh Thompson de la edición de 1896.