La carabela San Lesmes (Nuevo)

Antes que todo, recuerde el lector este nombre: Robert Langdon.

 Y luego, conciente de que es probable, no necesario, que conozca da en llamar Expedición Magallanes-Elcano, la primera circunnavegación alrededor del planeta, que zarpó definitivamente desde Sanlúcar de Barrameda, el 20 de septiembre de 1519, y regresó a España el 6 septiembre de 1522 bastante desmembrada, pues de las cinco naves que la iniciaron sólo regresó la nao Victoria, con apenas 18 hombres desgastados, exangües, entre ellos Juan Sebastián Elcano y el veneciano Antonio Pigafetta, quien hizo de cronista y es la fuente principal de lo que ocurrió en esa odisea… también de algunas omisiones deliberadas, aunque eso es otro tema.

 Lo que es menos probable y más necesariamente así, es que el lector (que no lectora, porque no creemos que a las damas les guste el vocativo de “loras”) sepa que hubo una segunda expedición, organizada por el que, dada tras esa primera travesía, se había convertido en el navegante más formidable y popular de la historia, o sea Juan Sebastián Elcano. Este segundo viaje que se conoce con etl nombre de Expedición Loaísa-Elcano. Reinando ya Carlos V, nieto de Isabel y Fernando, tuvo por objetivo afirmar la ruta que hasta esos años (pero después ya no) la Corona de España quería instaurar como la vía regia para acceder a la especiería (clavo de olor, nuez moscada, jengibre, canela, entre otras), materias que por entonces eran más valoradas que el mismísimo oro.

 Un inciso: Francisco José García Jofre de Loaísa (1490-1526), fue la cabeza formal de esa expedición, pues, aunque no era marinero, serviría para que, dada su versación en asuntos administrativos y jurídicos, y ser un personaje de prosapia (era comendador de la Orden de Malta), el pretendido asentamiento español en las Molucas pudiese concretarse.

 Pues bien, entre las siete naves que formaron esa expedición, hubo dos carabelas, una de ellas (la carabela era una embarcación menor, comparada con una nao) bautizada como Carabela San Lesmes, que capitaneó el marinero Francisco de Oçes (u Hoces). Y es esta pequeña embarcación el tema del libro de La carabela San Lesmes; el viaje más épico de la historia, de Luis Gorrochategui Santos (1960), publicado por editorial Crítica en 2022.

 Pera esta inducción a la compra del libro de Gorrochategui debe ser cautelosa, porque el eventual comprador, gracias a su lectura, se adentrará en una historieta muy real aunque, a partir de datos duros, sea una gran hipótesis. Ocurre que, o más bien ocurrió, que tras atravesar el Atlántico y, tras un difícil ingreso al estrecho de Magallanes y su navegación, a poco de empezar a navegar el Pacífico, bautizado así por Magallanes en 1520, aunque había sido avistado por primera vez, varios paralelos más al norte, a la altura del istmo de Panamá, en 1513, por Vasco Núñez de Balboa, quien le había dado el nombre de Mar del Sur, ocurrió que la Carabela San Lesmes, dada una borrasca de padre y señor nuestro, desapareció para siempre. ¿Y?

 Y que este libro trata de lo que muy probablemente fue la travesía de la San Lesmes tras apartarse de la Expedición Magallanes-Elcano y todo conocimiento de la Corona de España. ¿Pero cómo, se preguntará usted, si se le perdió para siempre el rastro?

 Pues que fue el investigador australiano Robert Langdon (1924–2003), a quien Gorrochategui dedica su libro, el primero en tirar del hilo que había hallado, en 1929, el administrador de las Tuamotu, François Hervé, al descubrir cuatro cañones del siglo XVI en el atolón Amunu (actual polinesia fracesa). En sus libros La carabela perdida (1975) y La carabela perdida explorada de nuevo (1988), Langdon fue el primero que, en base a datar esos cañones e investigar los archivos con los naufragios en aquellas aguas, así como vestigios étnicos, lingüísticos, de construcción naval y en tierra, formula la hipótesis de que la San Lesmes no naufragó al la salida del Estrecho de Magallanes, sino que internándose hacia el noroeste, primero encalla en Amunu, donde, a fin de salir del brete, abandona los cañones y otros lastres para seguir navegando en toda el área, mezclando la sangre de su tripulación, principalmente gallegos, pero también vascos y flamencos.

 Ya en los últimos 20 ó 30 años, se ha llegado a probar la hipótesis de Langdon, constatando que, seguramente sembrados por la tripulación de la San Lesmes, y con técnicas navales europeas que esos mismos navegantes enseñaron a los polinésicos, genes causásicos alcanzaron incluso hasta a la Isla de Pascua, a lo menos 250 años antes de lo que, en lo que atañe a Chile, a fines del XIX Policarpo Toro hizo a Pascua parte del país.

 La carabela San Lesmes de Gorrochategui además permite conocer, entre otras, la figura del notable sabio español Andrés de Urdaneta, marinero, cosmógrafo, teólogo, integrante de la Expedición Loaísa-Elcano y su principal cronista, quien con apenas 19 años logra alcanzar las Molucas y luego se convertirá en el descubridor de la ruta llamada “tornoviaje”, la que desde Filipinas permitió la navegación constante entre Asia y América, en el famoso Galeón de Manila, que sólo cesará con la mal llamada “independencia” de México.

 ¡Menuda historieta, no es así? Y otros muchos detalles desconocidos para la mayor parte de los lectores. Como lo es tomar conciencia, bastante obvia, de que, sin el clavo de olor, la nuez moscada y el jengibre, por ejemplo, verdaderos objetivos ya de Colón y su viaje, ni usted ni yo ni nada del mundo desde 1492 hubiese llegado a ser lo que ha sido.