El rey posee dos cuerpos: uno natural, con atributos físicos que comparte con cualquier ser humano, sujeto al sufrimiento y la muerte. Sin embargo, el otro cuerpo del rey, el espiritual, trasciende lo terrenal para simbolizar la majestad y el derecho divino a gobernar. La noción de los dos cuerpos proporcionó continuidad a la monarquía incluso después de la muerte del monarca, como refleja la expresión El rey ha muerto. ¡Viva el rey!. Al contrastar obras litúrgicas con imágenes y explorar material controvertido, 'Los dos cuerpos del rey' desentraña el rico pasado cristiano que yace tras esta teología política. Ofrece una perspicaz historia sobre cómo la res publica, el cuerpo político, utilizó recursos simbólicos para
establecer su soberanía y sentar las bases de las primeras formas de Estado-nación.