De amore (Nuevo)

Marsilio Ficino nació el 19 de octubre de 1433 en Figline Valdarno, Italia. Ficino, hijo de un médico, fue educado en medicina y, en sus primeros años, estaba destinado a seguir la tradición familiar. Sin embargo, su destino tomaría un giro inesperado cuando se encontró con las obras de Platón y el neoplatónico Plotino, cuyas enseñanzas influyeron profundamente en su vida.

El mayor logro de Ficino fue su trabajo en la traducción y la interpretación de las obras de Platón y Plotino, que influyeron en la filosofía, la teología y la religión de la época. Ficino asumió la monumental tarea de traducir al latín todas las obras de Platón, un esfuerzo que no solo promovió la lectura de los escritos del filósofo, sino que también desencadenó una respuesta espiritual e intelectual, marcando un antes y un después en los estudios de la época.

Ficino, con el respaldo de Cosme de Médici, decidió establecer un centro de estudios centrado en la filosofía platónica y neoplatónica: la Academia Platónica de Florencia, fundada en 1462. Esta institución se convirtió en un símbolo de la convergencia entre la filosofía platónica y la cultura renacentista, su influencia perduró, estableciendo un modelo para futuras instituciones académicas y fomentando el diálogo entre la filosofía antigua y las corrientes intelectuales de su época.

Ficino dejó una marca significativa con una de sus ediciones más destacadas de las  Las Enéadas de Plotino, directa y profundamente comentada sobre los tratados. Importante también es su Theologia Platonica de immortalitate animorum, el cuál va más allá de ser simplemente un tratado psicológico, en realidad, constituye un completo tratado de teodicea cristiana en el que se abordan diversos problemas teológicos y metafísicos. A pesar de su inclinación hacia las ideas platónicas, Ficino muestra una mente amplia y conciliadora al adherirse a ciertos aspectos de la doctrina de Aristóteles. Contrario a sus preferencias platónicas, sostiene, junto con Aristóteles, que el alma racional es la forma sustancial del ser humano, afirmando que la mente es la esencia que ubica a cada uno de nosotros en la especie humana. A pesar de generar controversia en su tiempo, esta perspectiva abrió la puerta al diálogo entre la filosofía y la religión durante el Renacimiento. Ficino demostró, tanto con sus escritos como con su propio comportamiento, que la restauración de la filosofía, las ciencias y las artes antiguas, como parte del progreso, podía realizarse sin necesidad de rechazar la Iglesia católica ni de atacar sus instituciones. Su enfoque destacó la posibilidad de conciliar ambas esferas sin menoscabar la importancia de ninguna de ellas.

Falleció el 1 de octubre de 1499 en Careggi, cerca de Florencia, Italia. Su legado perdura en las numerosas obras que dejó atrás, así como en la influencia que tuvo en el Renacimiento y en las generaciones posteriores de pensadores y filósofos que continuaron explorando las ideas que él ayudó a revivir y difundir.

El legado de Marsilio Ficino es innegable. Su trabajo en la traducción de las obras de Platón y Plotino abrió las puertas a la filosofía clásica y neoplatónica en el Renacimiento. También influyó en pensadores posteriores, como Giovanni Pico della Mirandola y Nicolás Copérnico, quienes continuaron explorando la relación entre la filosofía y la religión.